1840 ¿No sabés cómo cobrar por tu trabajo? Hoy vas a aprender.

La mayoría de los profesionales cobran mal porque venden su tarea: «hago diseños», «pinto paredes». Los que ganan guita de verdad, venden el resultado: «transformo negocios con branding», «dejo casas como nuevas». En este episodio del viernes 29 de agosto de 2025, el 1840, te enseño a cambiar ese enfoque para que dejes de competir por precio y empieces a cobrar lo que realmente valés.

Bienvenid@s a otro episodio.

Bienvenida y bienvenido a marketing para gente como uno.

Soy Carlos Malfatti, Consultor de Marketing y nos encontramos otra vez para hablar de Marketing, Emprendimiento, Redes Sociales, Contenidos, Publicidad y todo lo que tenés que saber para llegar a más personas, captar más clientes y vender más en internet.

Soy Carlos Malfatti, consultor de marketing, y si querés mejorar tu vida mejorando tu negocio gracias al marketing, contactame en https://carlosmalfatti.com. 🎵 Música: «Golden Sunrise (Instrumental)» de Josh Woodward. Descarga libre y licencia Creative Commons Attribution 4.0 en https://www.joshwoodward.com/song/GoldenSunrise.

¿Te cuesta ponerle precio a tu trabajo y sentís que siempre te comparan con la competencia? El error está en vender lo que hacés en lugar de lo que lográs para tus clientes. Te explico cómo dejar de vender tu tiempo como si fueran kilos de papas y empezar a vender la transformación que ofrecés, para que te elijan por el valor y no por el precio.

El error de vender lo que hacés y no lo que lográs.

Si sos diseñador, no vendas diseño. Si sos nutricionista, no vendas nutrición. Si sos arquitecto, no vendas arquitectura, porque vas a seguir perdiendo plata. Olvidate de lo que ofrecés y pensá en cómo se benefician tus clientes.

Es muy probable que estés cobrando mal por tu trabajo porque estás poniendo el foco en lo que ofrecés, en vez de ponerlo en el beneficio, en la transformación, en los resultados que la persona realmente quiere. Presentarte como «soy diseñador» o «soy contador» es una trampa, porque terminás vendiendo tu tarea y tu tiempo como si fuera un kilo de papas.

Te convertís en un gasto y te comparan por precio.

Cuando vos vendés lo que hacés, terminás siendo genérico, alguien más del pelotón, y te comparan por precio. Si necesitás un diseñador y todos te dicen «diseño logos», probablemente elijas por precio.

El problema es que, de esta manera, tu potencial cliente te va a ver como un gasto a minimizar. Va a pensar «un logo sale tanto» y vas a atraer al cliente equivocado: al que busca lo barato, al que regatea. Esto hace que te frustres y vivas discutiendo con los clientes incorrectos.

La solución: vendé el beneficio, no la tarea.

La solución es vender el beneficio, la transformación, el resultado. Dejá de vender lo que hacés y empezá a vender lo que lográs para tu cliente.

Por ejemplo, un diseñador no vende «branding». Lo que vende es ayudar a una pizzería a duplicar su facturación a partir de mejorar su marca para transmitir una imagen de mayor calidad. El dueño de la pizzería no te va a pagar por rediseñar el logo o la carta, eso lo ve como un commodity. Pero si le hacés ver que tu trabajo va a mejorar su facturación y rentabilidad, te va a decir: «sí, quiero esto».

Lo mismo para un contador. En vez de vender «contabilidad», podés venderle a una empresa que importa o exporta la posibilidad de ganar miles de dólares ahorrándoselos en impuestos. O si sos nutricionista, no vendas un «plan de nutrición»; vendé la transformación de cambiarle la vida para mejor a una persona gracias a nuevos hábitos. Eso vale mucho más.

Un ejercicio práctico para encontrar el verdadero beneficio.

A partir de ahora, tratá de no vender tu trabajo o tu servicio. Hacé este ejercicio: escribí tu producto o servicio y preguntate «¿y qué?». Hacelo varias veces hasta que llegues al beneficio final.

Por ejemplo: «Hago páginas web».

  • ¿Y para qué? Para que un negocio tenga presencia online.
  • ¿Y para qué? Para que consigan más consultas y dejen de depender del boca a boca.
  • ¿Y para qué? Para que ganen más dinero y tengan mayor rentabilidad.

A partir de este ejercicio, el diseñador web entiende que en realidad le está vendiendo a la gente una herramienta que le va a permitir vender más. Esa tiene que ser su propuesta de valor.

Usá la inteligencia artificial para refinar tu propuesta.

Podés usar la inteligencia artificial para esto. Es más, podés contarle lo que te acabo de explicar. Decile: «escuché a un loco que me dijo que no tengo que vender logotipos, sino la transformación y la mejora de la marca para que mi cliente atraiga a un mejor público». La IA lo va a entender enseguida y podés ponerte a conversar para que te ayude a mejorar tu propuesta.

El objetivo es dejar de vender tu producto y empezar a pensar en todo el valor que le aportás a la persona. De esa manera, el cliente va a venir por el valor y el precio quedará relegado a un segundo lugar.

Dejá de ponerle precio a tu tiempo, ponele precio a la transformación.

Dejá de ponerle precio a tu tiempo y empezá a ponerle precio a la transformación, al beneficio, al resultado que le das a tus clientes. Vas a ver que es un antes y un después.

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