1586 El síndrome del emprendedor que nunca emprende.
Hoy es lunes 9 de septiembre de 2024, estamos en el episodio 1586 y vengo a hablar del síndrome del emprendedor que nunca emprende porque salta de idea en idea.
Bienvenid@s a otro episodio.
Bienvenida y bienvenido a marketing para gente como uno.
Soy Carlos Malfatti, Consultor de Marketing y nos encontramos otra vez para hablar de Marketing, Emprendimiento, Redes Sociales, Contenidos, Publicidad y todo lo que tenés que saber para llegar a más personas, captar más clientes y vender más en internet.
Introducción al síndrome del emprendedor que nunca emprende
Hola, ¿cómo va? ¿Tenés algún amigo o amiga de esos que van de proyecto en proyecto, de aplicación en aplicación, de idea en idea? Y al final, dan vueltas, dan vueltas y nunca hacen nada. Bien, quédate porque hoy voy a estar hablando precisamente de esto, del síndrome del emprendedor que nunca emprende.
Caso real: El cliente que no podía emprender
Esto es a partir de algo que me ocurrió hace unos días, cuando en ocasión de una consultoría con un cliente. Por si no lo sabías, te lo cuento: yo además de brindar consultorías con acompañamiento que se dan en periodos de 12 semanas, 3 meses aproximadamente, también ofrezco consultorías uno a uno.
Bueno, se dio el caso de este cliente que llegó a mí porque, de acuerdo a su punto de vista, le estaba costando emprender a punto tal que había decidido dejar de hacerlo, buscarse un trabajo. Casi te diría que la reunión conmigo era su última bala.
El problema no era falta de motivación
¿Qué pasó? Bueno, ocurrió que a partir de la conversación empezamos a escarbar un poquitito y no era un problema ni de falta de motivación, ni de falta de información, tampoco era un problema de alguien que no tuviese deseos, ni de alguien que no tuviese la voluntad y le dedicase el tiempo necesario. Simplemente este cliente, esta persona, era muy dispersa, no podía poner foco en algo.
El síndrome del impostor
Esto nos ocurre a todos cuando comenzamos a emprender, lo del síndrome del impostor. Es como que cuando comenzaba una actividad y esa actividad costaba arrancar, la primera sensación que tenía era que no era apto, y por lo tanto decía: «Bueno, tal vez no soy apto para esto, deba hacer alguna otra cosa». Quiero decirte que en definitiva era una ensalada, un embrollo que tuvimos que ir desenredando. ¿Viste un hilo cuando se enrieda? Bueno, nosotros lo que hicimos fue desenredarlo.
Un problema común entre emprendedores
Lo que le ocurrió a él le suele ocurrir a mucha gente, y yo he pasado por ese camino. Por eso me gusta traer aquí al podcast casos reales de personas de verdad que pasan por circunstancias que quizás uno dice, o mejor dicho, cuando le ocurre a uno pareciera ser que solamente te pasa a vos. Que no encontrás el rumbo o que no encontrás foco, o que vas saltando de idea en idea o que comenzás algo y no te funciona, pero la verdad es algo muy común.
Las causas detrás de la dispersión
Bueno, este cliente le ocurría eso y empezamos a desmenuzar el problema y encontramos varias razones. Entonces, atención, porque si te está pasando esto puede ocurrir por varias causas.
Primero, él tenía muchas ganas de emprender, pero no tenía clara la razón por la cual emprender. No tenía claridad de por qué estaba emprendiendo. Obviamente, estaba emprendiendo para hacer una actividad comercial que le generase un ingreso y obtener mayor libertad, diseñar, como me gusta decir a mí, la vida a su medida. Esto lo tenía claro, pero eso era una capa superficial.
La falta de una razón profunda
En el fondo, él no tenía concretamente una razón para emprender, como podría ser «Emprendo porque me apasiona la programación y quiero hacer de esto que me apasiona mi actividad principal y que me genere ingresos. Quiero crecer, quiero ayudar a los demás, quiero ganar mucho dinero y quiero crear una aplicación». Bueno, esto le faltaba. Por eso digo, no tenía una razón de peso. Por eso es que iba cambiando de idea en idea y de actividad en actividad.
Coherencia entre vida y emprendimiento
Lo segundo, no había coherencia entre su modelo de vida y el emprendimiento. Le daba lo mismo crear un e-commerce, dedicarse a las criptomonedas, al trading o al diseño de páginas web. Había pasado por muchos de estos ámbitos y no había tenido resultados en ninguno.
Yo creo, y eso es lo que le dije y ahí lo fuimos resolviendo, que previo a emprender tenía que tener una razón de peso. Luego, lo que iba a hacer, o sea, la actividad debía estar alineada con ese objetivo, con esa razón para emprender.
Hacer un buen DAFO
Además, le faltaba un elemento: hacer un buen DAFO. Yo, hace años cuando comencé este podcast, hice episodios hablando del DAFO. El análisis DAFO es un análisis que se puede aplicar a nuestros contenidos, a nosotros como emprendedores, a nuestro negocio. Es muy sencillo, pero muy potente, porque ahí vemos las debilidades, las fortalezas, las amenazas y las oportunidades.
En el caso de que vos quieras emprender, como le ocurrió a mi cliente, debés hacer un DAFO. Porque en el DAFO vas a descubrir elementos que pueden ser beneficiosos y que te van a ayudar a potenciar ese emprendimiento, o tal vez descubras que no está en tus fortalezas. Esto no implica que debas desecharlo, sino que tal vez debas complementarlo con un socio, una herramienta, una metodología, capacitación o trabajo para revertir y transformar esa debilidad en una fortaleza.
La falta de un objetivo claro y de paciencia
Entonces, le faltaba un objetivo bien claro, una razón de peso, un buen análisis DAFO, y el tercer elemento, que estaba muy relacionado con el cansancio luego de haber intentado muchas cosas: la falta de paciencia.
Él no tenía mucha ansiedad ni quería resultados inmediatos, pero estaba contaminado. Muchas veces las personas se contaminan cuando consumen demasiado contenido en internet, se infoxican. Él estaba contaminado de tanto ver gente en internet que te dice que podés ganar miles haciendo algo puntual en poco tiempo, con inteligencia artificial, con el funnel de moda, con la venta de cursos de terceros, o con afiliación.
El impacto de las comparaciones
Cuando él comparaba su realidad con esto que está de moda de ganar dinero rápido, prácticamente sin esfuerzo, se sentía un impostor. «Yo no puedo hacer esto, ¿cómo puede ser que todo el mundo gane dinero y yo no estoy ganando?». Y en realidad, no es que todo el mundo esté ganando dinero, sino que mucha gente está vendiendo la idea de que se gana dinero fácil con una fórmula mágica. Esto vino bien para poner los pies sobre la tierra y tener un panorama más claro.
El síndrome del objeto brillante
Luego, también había mucho relacionado con el síndrome del emprendedor que no emprende, que está muy relacionado con el síndrome del objeto brillante. Las personas tratan de ir hacia lo que está de moda. Cuando se pusieron de moda los NFT, todos a los NFT; cuando se puso de moda la criptomoneda, todos a la criptomoneda; cuando se pone de moda el funnel, todos hacen funnel.
Cuando en un principio se pusieron de moda los sitios web con WordPress, todos querían diseñar webs con WordPress. Cuando vino Elementor, todos querían ofrecer sitios web con Elementor. Cuando se puso de moda el community manager, todos querían ser community manager. Ahora, por ejemplo, lo que está de moda es ser editor de vídeos virales. Entonces, claro, si vos querés dedicarte a las consultorías de marketing y te cuesta conseguir clientes, ves en todos lados que la moda es el vídeo viral, y querés salir a ser editor de vídeos.
Propuesta de valor y venta
Esto también le pasaba a este cliente. Una vez que tenía la idea y había decidido hacer algo, no sabía cómo implementarlo. No sabía cómo crear una propuesta de valor potente, ni cómo transmitir esa propuesta de valor a las personas y luego venderla.
En mis consultorías, por lo general, son de una hora y media, pero este cliente contrató dos o tres porque vimos que podíamos aterrizar un poco más su caso. Finalmente, arrancó y ahora sabe cómo llevarlo a la práctica, qué tiene que esperar y que tiene que tener paciencia. También hay formas de acelerar los procesos, pero por lo menos ya se enfoca en una cosa.
Te lo conté porque, seguramente, si no te pasó, te puede pasar, o le pasa a un amigo. Te puede venir bien saberlo y saber cómo responder en esta situación, y poder aconsejarlo.
Nos vemos, chau chau!
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