1889 El éxito y los resultados dependen de decir no.

Hoy, jueves 6 de noviembre de 2025, episodio 1889, te cuento por qué aprender a decir que no —a personas, tareas, hábitos y distracciones— puede ser la decisión más productiva e inteligente que tomes en tu vida personal y profesional.

Bienvenid@s a otro episodio.

Bienvenida y bienvenido a marketing para gente como uno.

Soy Carlos Malfatti, Consultor de Marketing y nos encontramos otra vez para hablar de Marketing, Emprendimiento, Redes Sociales, Contenidos, Publicidad y todo lo que tenés que saber para llegar a más personas, captar más clientes y vender más en internet.

A ver, a ver, a ver, no se trata de decir que no a los demás, se trata de decir que no a todo aquello que te roba energía, que te roba enfoque. Esto, obviamente, siempre y cuando quieras progresar y quieras tener éxito, porque el progreso y el éxito no dependen tanto de las cosas que hacés; en gran medida dependen de todo aquello a lo que le decís que no. Así que atentí.

El éxito depende más de tus «NO» que de tus «SÍ»

Vengo a hablarte de éxito, de progreso, digamos de que las cosas te salgan. Y que tengas en cuenta que en gran medida esto depende no de lo que haces, aunque también, obvio, porque si vos, no sé, querés bajar de peso y no haces una dieta y no haces ejercicio, ciertamente no te va a resultar.

Pero también depende de todo aquello a lo que le decís que no. Porque a veces se trata no de hacer más cosas, sino de eliminar. Eliminar tareas superfluas, eliminar distracciones, compromisos innecesarios y obviamente toda una serie de hábitos que pueden ser perjudiciales o puede que te quiten foco o hagan que tu cabeza esté en cualquier lugar.

El «SÍ» fácil: por qué nos cuesta tanto negarnos

Por eso y como siempre me gusta decir, en la vida todo es elección. ¿Pero qué ocurre? Bueno, hemos sido educados, tal vez vos no, pero la mayoría de las personas tenemos el sí fácil. ¿Por qué? Bueno, porque somos seres humanos, nos gusta vivir en comunidad. Hemos aprendido que vamos a sobrevivir si formamos parte de un grupo. En la época de las cavernas, si vos te quedabas afuera de la caverna, te comía el tigre dientes de sable. Por eso te tenías que llevar bien con los demás.

Entonces, uno es amable, dice que sí, para no quedar mal, para evitar conflictos. Y ese sí fácil, eso de tratar de complacer, a veces lo llevamos al extremo. El típico que está cansado y dice, «che, es el cumpleaños fulanito, vamos», «bueno, vamos», y dice que sí cuando en realidad desea decir que no.

El costo de oportunidad de un «SÍ» equivocado

Esto de sí y no, no solamente es desde el punto de vista de lo social, también está el tema del trabajo. ¿Cuántas veces alguien que empieza a brindar servicios, un emprendedor, tiene miedo de decir que no a determinado tipo de proyecto? Y termina diciendo que sí a un costo enorme. Porque se carga de clientes que no son los ideales, de proyectos que no le hacen sentir bien.

Es importante saber decir que sí, pero también es importante saber decir que no, porque esos sí te van alejando de tus objetivos. Cuando vos le decís que sí a algo, sobre todo si ese algo es irrelevante, le estás diciendo que no a algo importante.

Acá la gracia es saber a qué decirle que sí y a qué decirle que no, porque el tiempo lógicamente es finito. Y esto en marketing ciertamente lo llamamos el coste de oportunidad. Imaginate que te dedicás a las páginas web y viene alguien, «che, me diseñás el logo también» y por no quedar mal decís, «pucha, no me cuesta nada, me meto en Canva y le hago un loguito». Pero claro, ese «bueno, lo hago» implica que le estás restando tiempo, cabeza y foco a otras cosas que son más importantes. Y esas cosas son las que te acercan a tus objetivos.

Ser estratégicamente inteligente: filtrar tareas y clientes

Por lo tanto, ya digo, se trata de ser estratégicamente inteligente. Primero, definir con claridad los objetivos: qué quiero lograr, cuál es mi idea de éxito, hacia dónde quiero ir. Y a partir de ahí, filtrar, utilizar eso como si fuera un tamiz para elegir qué es lo que vas a hacer. Y más importante, qué es todo aquello que no deberías hacer.

Ejemplos: No voy a trabajar fuera de horario. No voy a reunirme sin sentido. Yo antes solía tener reuniones bastante seguido. Ahora, si se puede liquidar con un par de correos electrónicos, ¿para qué vamos a hacer una reunión? Estás restando tiempo a otras tareas que sí son importantes.

Clientes que no valoran mi trabajo, por ejemplo. Hay que elegir a los clientes. Si le decís que no a un cliente que no te quiere pagar, tenés que ponerte las pilas para conseguir otro tipo de cliente. Aquel con quien sí te sentís cómodo trabajando. Somos adultos, deberíamos poder tomar decisiones.

La trampa de las distracciones y las tareas que no te corresponden

Y no solo eso, imaginate tu día a día. ¿Vale la pena que te pongas a ver tres horas de una serie de Netflix? ¿O que te la pases cinco horas mirando tutoriales en YouTube y no apliques nada? Ahí tendrás que decirle que no. No se trata de tener una vida aburrida , se trata de decir, pucha, ¿cuáles son mis objetivos?

Una vez que tenés bien en claro hacia dónde ir, vas a avanzar más rápido si sabés decirle que no a un montón de cosas.

Me encuentro con la cantidad de dueños de negocios que destinan su tiempo, sus recursos y su cabeza a hacer cosas que no les corresponde. He tenido un cliente, dueño de una pyme con una veintena de empleados, que se ponía a diseñar el catálogo que mandaba por WhatsApp. Flaco, sos el dueño. No te podés poner a diseñar el catálogo. Eso lo tiene que hacer un diseñador.

Si estás en una situación en la que no encontrás el rumbo o los resultados no llegan, meté freno de mano y empezá a analizar qué estás haciendo con tu tiempo, qué tareas superfluas le estás dando bola, cuántos sí estás diciendo cuando deberían ser no. Vas a ver que si te tomás esto con seriedad, las cosas te van a empezar a funcionar mucho mejor.

Para obtener resultados y para llegar al éxito, van a ser muchas más las cosas que vas a tener que dejar a un costado que las que vas a hacer.

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