1731 Ser maleducado es mal negocio (más educación = más conversión).
Hoy es lunes 31 de marzo, episodio 1731 de Marketing para gente como uno, y en este episodio te voy a contar algo que me pasó más de una docena de veces al vender mis talleres de marketing por WhatsApp. Muchos emprendedores se quejan de que no venden, pero… ¿y si su problema es que no saben relacionarse?
Bienvenid@s a otro episodio.
Bienvenida y bienvenido a marketing para gente como uno.
Soy Carlos Malfatti, Consultor de Marketing y nos encontramos otra vez para hablar de Marketing, Emprendimiento, Redes Sociales, Contenidos, Publicidad y todo lo que tenés que saber para llegar a más personas, captar más clientes y vender más en internet.
Cuando la educación mejora la conversión.
Hola, ¿cómo va? Hoy vengo a hablarte de algo que me pasó más de una docena de veces. Y te doy un ejemplo. Vos hacés publicidad, la gente te envía un WhatsApp y te pide información, vos le respondés y silencio. Nada, ni siquiera te dicen gracias.
Pero atención, no vengo aquí a dar clases de educación, cada cual que sea como es, porque este no es un podcast de educación o de urbanidad. Este es un podcast que tiene que ver con negocios, con marketing.
Entonces, y en ese contexto, es importantísimo saber que si querés vender, tenés que entender que la gente le compra a la gente. Y por ende, debés llevarte bien con la gente. Así que, atenti con esto.
La conveniencia de ser educado.
Vengo a hablarte de esto, de que la educación genera mayor conversión. Que te conviene, aunque sea por conveniencia. Sé un poquito más educado. Sé un poquito más educada. De eso voy a estar hablando.
Vengo a hablarte hoy entonces de la conveniencia de ser educado. De conectar con las personas. De empatizar. De tener una buena relación. Y no estoy diciendo que te tengas que hacer amigo o amiga de cada uno que te contacta. Pero a ver, un poquito de sentido común. Un poquito de buena onda. Un poquito de buena predisposición.
No sé cómo decirlo. Yo te juro que estoy últimamente asombrado. Asombrado a punto tal que a veces no puedo creer lo que hacen algunas personas. Pero no solo lo que hacen desde el punto de vista que son absolutamente desagradables. Que de última de su vida que hagan lo que quieran. Lo veo desde el punto de vista de lo comercial. Desde el punto de vista del marketing.
Un ejemplo real desde mi experiencia.
Acabo de comentar en la introducción. Hice un par de campañas de publicidad para mis talleres de marketing. Y una de las campañas, porque fui testeando varias. Una de tráfico a landing. Y una de mensajes a WhatsApp.
La gente me escribía pidiendo información. Les respondía con información. Y no decían nada. No decían gracias. No decían lo voy a pensar. Ni siquiera un emoji. Absolutamente nada.
Y reitero. No me afecta en lo personal. Es más. Casi que le agradezco a la vida. Que esa gente tan mal educada y tan desagradable. Pase de largo. Sea apenas nada. Un instante en mi vida.
Pero desde el punto de vista de las ventas. Creo que tengo la responsabilidad de venir acá. Y decirte. Si te comportás de esta manera. No lo hagas. Porque estás perdiendo. Posibilidad de vender.
Entonces. Desde ahí. Es que es importante.
¿Te quejás de no vender? Revisá cómo tratás a la gente.
Porque la gente vive quejándose. Que no vendo. Que el algoritmo de no sé qué. Que tengo que bajar los precios. Pero, en vez de quejarte de lo que pasa afuera, te pregunto: ¿cómo tratás vos a las personas? ¿A la gente con quienes interactuás?
Y nuevamente, yo no vengo a educarte. Vengo a ayudarte a vender. Si no te educaron en tu casa, ya es un problema tuyo. A esta altura, imagino que tendrás las bolas como un toro. La que te jedi. Con más visitas que la Capilla Sixtina. Así que no me corresponde a mí educarte a esta altura de tu vida.
Pero sí decirte, desde el punto de vista —nuevamente— del marketing y las ventas, que te conviene tener un poquito de empatía. Un poquito de conexión con las personas. Las personas le compramos a las personas. Lo que termina influyendo en una venta son las relaciones humanas.
El impacto de la experiencia en la decisión de compra.
Yo lo he dicho en más de una oportunidad. Hay negocios a los que no voy porque no me gusta la onda. No me gusta cómo te atienden. Y no digo tampoco que el cliente tiene siempre la razón, y que tenés que arrodillarte y ponerme una alfombra roja. Pero un poquito de onda, ponele. No sé.
Mirá, el otro día —porque esto que te conté me pasó a mí con la publicidad que yo puse— pero también soy de recorrer Instagram. Aunque no estoy. Estaré, no sé, media hora por semana. Antes estaba mucho más. Ahora no le doy mucha bolilla. Pero cuando veo una publicidad, y cuando encuentro algún creador o creadora de contenido que para mí es nuevo en el radar, sobre todo cuando se trata de gente que está empezando, no sé, si hay algo que me gusta, me meto.
Un ejemplo concreto: la especialista en publicidad.
El otro día me pasó. La mina es de Córdoba. Supuestamente es especialista en campañas de publicidad en Meta. Ya me llamó la atención. Primero por ser argentina. Segundo por especializarse en campañas de publicidad. La mayoría de las que conozco se especializan en cuestiones como community manager o marketing en general. O se orientan a emprendedor femenino. Ayuda a emprendedoras.
Pero que alguien esté directamente relacionado con el tema de campañas publicitarias en Meta, me pareció algo para ver. Me metí en su landing. Me metí en su Instagram. Vi sus contenidos. No sé qué. Le hago un comentario por mensaje directo. Pero además un comentario que fue a partir de presionar el botón de la publicidad.
Una mala experiencia con una supuesta especialista.
Porque no fue un comentario que me metí como un desconocido. Le escribo un texto. Y yo escribo como hablo. Soy medio raro para escribir. Doy muchas vueltas. Hago chistes. Digo giladas. La mina ni siquiera leyó. Dijo: «Ah. Un bot. Con esta automatización o con este bot no le vas a vender ni a tu vieja. Bloqueado.»
Así. Es más. Me la imagino con cara de oliendo solete de perro. Bloqueado. Y además estamos hablando de una piba de veintitantos. Si ya a los veintitantos tenés ese humor de mierda, ni me quiero imaginar cuando tenga mis cincuenta y tres. Ni me quiero imaginar.
Intento de conexión real (y otro bloqueo).
Bueno. Listo. Digo: pobre, habrá tenido un mal día. Me voy a ir por Instagram. No, por Instagram no. Por WhatsApp. Le voy a decir: «Hola. ¿Qué tal? Acá estoy. No soy un bot. Soy un pelotudo que se dedica a lo mismo que te dedicás vos, o algo parecido. Que además tiene un podcast, que le encantan estas cosas. Y que, aunque es un tipo solitario, cuando tiene la oportunidad de relacionarse con alguien, o de preguntar, o de decir: ‘Che, mirá qué lindo’, de comentar, de tirar una buena onda… lo hace.»
Bueno, fui por WhatsApp. Le digo: «Uno. No soy un bot. Dos. No sé qué. Tres…» Bloqueado. No me dijo nada. Ni hola. Ni bueno. Ni «disculpame», me equivoqué. O «no me molestes». Nada.
El problema no es personal, es comercial.
Y más que nada, reitero, no es a título personal. Es como el comentario que te dije. Le dije a esa vieja chota que: «Eh, usted, señora, siga con su vida». No es a título personal. Pero no puedo dejar de pensar: ¿cómo una mina puede hacer publicidad en Instagram diciéndole a la gente: ‘Contáctame para llevar tus campañas de publicidad, crear contenido’ y mostrarse que es súper simpática, y no sé qué, y después tiene esa actitud horrible?
La buena noticia: la empatía vende.
Entonces digo: esto no es un caso aislado. Esto lo veo cada vez con más frecuencia. Cada vez me asombra más. Cada vez me desencaja más. Pero a su vez —¿cuántas veces sucede la palabra «ves»?— pero a su vez, me llena de alegría.
Vas a decir: «¿Cómo? ¿No estás enojado? ¿No te molesta? ¿Te llena de alegría?» Sí. Me llena de alegría. ¿Por qué?
Más mala onda, más oportunidades para quienes lo hacen bien.
¿Cuál es la parte positiva? Que cuanto más gente con mala onda y con cara de culo haya, más oportunidades van a tener aquellos que hagan las cosas bien. Aquellos que sean empáticos. Aquellos que conecten con las personas. Aquellos que se muestren tal como son.
Vos me escribís a mí —y eso que yo tengo mis días buenos, mis días malos— me escribís y lo más probable es que te hable como hablo acá. Y quien se haya relacionado conmigo sabe que es así. Yo te trato como si te conociera de toda la vida.
Y a veces ese es el principal problema. Que yo te mando un DM y le digo: «Eh, ¿qué hacés? ¿Cómo andás? Estuve viendo…» como si hubiéramos estado tomando un café ayer.
No tenés que ser como yo, pero…
Y no quiero decir con esto que tengas que ser como yo. Y no quiero decir con esto que mi modo de ser es el correcto. Quizás hasta no lo sea. Porque me ahorraría más de un dolor de cabeza.
Pero digo: este tipo que escuchás hablando así, de esta manera, si te lo cruzás en el supermercado, en la góndola de los vinos, te va a hablar igual. Y esto, aunque no lo quieras creer, vende. Sirve.
Uno tiene que ser como es.
Del otro lado de la moneda, si vos sos una persona seria, que no hace chistes, bueno, es correcto. Pero, a ver, lo cortés no quita lo valiente. Que seas serio o que no seas una persona que se relaciona fácil no implica que tengas que ser una persona mal educada.
Si querés vender, empezá por conectar.
Y además, por favor, si vos estás queriendo vender —porque esta mina, si está haciendo publicidad, es porque necesita clientes, si no, no haría publicidad, ¿estamos?— entonces, si querés conseguir clientes, lo menos que tenés que hacer es leer bien lo que te escriben y no presuponer que es un bot y que te quieren molestar.
Bueno, no sé. Y hablo del caso este porque es el más reciente. Pero podría contarte que me encuentro de estos por lo menos uno por semana. Y a veces más.
Las ventas tienen que ver con relaciones humanas.
Entonces, lo importante es que si querés vender más, tenés que entender que las ventas tienen que ver con las relaciones humanas. Tanto sea en el ámbito de lo digital como en el ámbito de lo físico.
Ni hablar si tenés un negocio. Sonreí, hablá, preguntá, escuchá, asesorá.
El vendedor que hace la diferencia.
Yo ya he contado acá el vendedor este de la casa de electrodomésticos que le compramos siempre, teniendo mejores ofertas en Garbarino, en Frávega. ¿Por qué? Porque el tipo atendía bien. Porque me escuchaba. Porque me asesoraba. Eso no tiene precio.
Y le comprábamos contentos de que se llevara una comisión. ¿Por qué? Porque lo valía. Porque a la luz de tanta gente que te atiende para el traste, qué mejor que premiar a uno que lo hace bien.
Ser buena onda garpa.
Hice hace mucho también un episodio hablando de Laurita y Sandrita —creo que puse de ejemplo— fue una historia hipotética de dos personas: una que te atendía mal y otra que te atendía bien.
Y la que te atendía mal, te atendía mal porque le pagaban un mal sueldo y entonces estaba insatisfecha. Y la otra igual, te atendía bien. Y después un tipo vino y se la llevó a trabajar a un mejor lugar.
Y de esto, le pasó incluso a mi vieja. Cuando era joven, de un restaurante la llevaron a otro restaurante porque era muy buena atendiendo. Cuando, bueno, yo ni había nacido. Era adolescente.
Entonces, garpa. Garpa ser buena onda. Garpa ser educado. Más educación es más conversión. Como lleva de título este episodio.
Si querés vender, dejá la cara de culo en tu casa.
Entonces, yo entiendo que puedas tener un mal día. Yo también lo tengo. Pero por favor, si querés vender, la cara de culo, dejala en tu casa. Si querés vender, no trates mal a la gente por redes sociales.
Más vale, sí, a la que te trata mal, a la que te tira mala onda o mensajes… bueno, sí, bloqueá. Pero dale chance a las personas que se acercan realmente con consultas, con preguntas, con inquietudes genuinas.
La mala atención te hace perder ventas.
Porque si vos tratás mal a la gente, perdés ventas. Si tenés un local y atendés con mala cara, la gente se va.
Entonces, la educación y el trato marcan la diferencia en un contexto en el que todos vendemos lo mismo, de la misma manera, con los mismos proveedores.
No me canso de decirlo. En mi CTA lo digo. No estamos en 1980. El tipo que te va a comprar a vos, si lo tratás mal, tiene un millón de alternativas. Antes quizá no las tenía. Hoy sí.
Entonces, tratálo bien. Y acá no se trata ni de falsear ni de nada, sino de tener una mejor actitud.
Buena predisposición, buena voluntad.
No hay que ser falso y mostrar una sonrisa… y no, no. Hay que tener buena onda, buena predisposición, buena voluntad. Don de gente. Es educación.
¿Y que hay gente molesta? Y sí, hay gente molesta. Pero bueno, aprenderás a gestionar la gente molesta. Pero no te vas a perder, porque haya dos o tres molestos, de buena gente que podría comprarte.
El marketing es sentido común.
Entonces, recordá lo que digo siempre: el marketing tiene en definitiva, es sentido común. Si vos tratás bien a la gente, te van a comprar. Si la tratás mal, no te van a comprar. Tan sencillo como eso.
Y no se trata de ser simpático por conveniencia. No hay que ser falso. Hay que entender que la gente le compra a la gente.
También aplica si tenés empleados.
Entonces, esto es clave para cualquier negocio. Incluso si tenés gente que atiende al público, si tenés empleados, lo mismo.
Así que nada, quise traer esto a partir de un hecho real y, bueno, para decirte que a veces, la diferencia entre vender o no vender es simplemente la cara que le ponés a quien te viene a preguntar acerca de aquello que vendés.
En fin, compartir es ayudar.
En fin, si te gustó este episodio, compartilo con alguien que tenga un negocio y que todavía no entendió que vender es poner buena cara.
Amigas y amigos, todo lo bueno llega a su fin, y este episodio no es la excepción. Si te gustó, dejame cinco estrellitas en Spotify. También podés dejarme un comentario.
Por lo pronto, no tengo más que decir por hoy, pero sí por mañana, porque mañana nos volvemos a encontrar en un nuevo episodio, abriendo un nuevo mes.
Chau chau. Y gracias por estar.
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