1821 Tenés producto pero no tenés cliente.

Tras una semana intensa de charlas con emprendedores como vos, descubrí el error mortal que casi todos cometen: se enfocan en su producto y se olvidan del cliente. Hoy, lunes 4 de agosto de 2025, episodio 1821, te cuento el patrón que identifiqué para que dejes de tener un producto genial que nadie compra y empieces a construir un negocio que vende.

Bienvenid@s a otro episodio.

Bienvenida y bienvenido a marketing para gente como uno.

Soy Carlos Malfatti, Consultor de Marketing y nos encontramos otra vez para hablar de Marketing, Emprendimiento, Redes Sociales, Contenidos, Publicidad y todo lo que tenés que saber para llegar a más personas, captar más clientes y vender más en internet.

Soy Carlos Malfatti, consultor de marketing, y si querés mejorar tu vida mejorando tu negocio gracias al marketing, contactame en https://carlosmalfatti.com. 🎵 Música: «Golden Sunrise (Instrumental)» de Josh Woodward. Descarga libre y licencia Creative Commons Attribution 4.0 en https://www.joshwoodward.com/song/GoldenSunrise.

¿Sos bueno en lo que hacés pero no vendés una mierda? El problema es que a nadie le importa tu producto, sino resolver sus propios problemas. Te explico por qué este error te mantiene estancado y cómo cambiar el foco hacia el cliente para que tus ventas finalmente se disparen.

El error que cometen todos: enamorarse de su propio producto.

Si tus ventas son pocas o nulas, es muy probable que estés cometiendo el mismo error que el 90% de los negocios: estás enamorado de lo que hacés y pensás que con eso alcanza. Creés que por saber cocinar, diseñar o fabricar muebles, los clientes van a hacer fila para comprarte.

Este patrón lo veo repetirse una y otra vez en las consultorías. Los dueños de negocios se centran en su producto o servicio y se olvidan de lo más importante. La dura realidad es que a nadie le importa lo que vendés. La gente solo quiere soluciones a sus problemas.

Cuando solo hablás de tu producto, te metés en la misma bolsa que los demás.

Cuando tu comunicación gira únicamente en torno a lo que hacés («vendo páginas web», «vendo ropa», «vendo muebles»), terminás en la misma bolsa que todos los demás que venden lo mismo, de la misma manera y en los mismos canales.

Si seguís pensando que la gente te va a comprar solo porque tu producto es «único» u «original», tu comunicación será pobre y sin estrategia. Por eso muchos se frustran y terminan diciendo que «el marketing no funciona».

La solución: dejá de vender el taladro y empezá a vender el agujero.

El cambio fundamental es dejar de mirarte el ombligo y obsesionarte con tu cliente. Es la vieja lógica del marketing: no se vende el taladro, se vende el agujero en la pared. La gente no compra un producto por el producto en sí, sino para resolver un problema o satisfacer un deseo.

No comprás un viaje, comprás desenchufarte. No comprás stickers, comprás personalizar tus objetos cotidianos. No buscás un abogado, buscás solucionar el problema de la herencia o del terreno usurpado. Tenés que meterte en la cabeza de tu cliente.

No satures tus redes con el producto, hablale al dolor del cliente.

Muchos perfiles de Instagram son una seguidilla de «producto, producto, producto». Por eso no logran despegar. Esto no significa que nunca hables de lo que vendés. Obviamente, una parte de tu comunicación debe incluir detalles sobre el producto, formas de pago y entrega.

Pero eso debe ser un pequeño porcentaje. El resto del tiempo tenés que hablar de los problemas de tu cliente y captar su atención en las distintas etapas de su proceso de compra. Alguien con dolor de espalda no se levanta un día y compra una silla ergonómica de la nada; antes evalúa otras opciones como ir al masajista o hacer yoga. Tu comunicación tiene que estar presente en todo ese recorrido.

Tu marketing no debe hablar de vos, sino de la transformación del cliente.

Dejá de vender lo que hacés y empezá a vender la solución al problema de tu potencial cliente. Tu marketing no tiene que hablar de vos, sino del dolor, los beneficios y la transformación positiva que experimentará tu cliente si te contrata.

Cuando apliques esto y mejores tu comunicación, tus contenidos y tu propuesta de valor, vas a empezar a tener un negocio distinto al de tu competencia. Conectarás de verdad con tus clientes y crearás un diferencial real, porque los demás seguirán hablando de sí mismos

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