483 Vender por WhatsApp o molestar.
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Vender por WhatsApp es una gran idea y está de moda, sin embargo es un arma de doble filo. Si te llevás a whatsapp los vicios, malas prácticas y formas de vender del siglo XX corrés el riesgo de perder posibles clientes en vez de ganarlos. Lo intrusivo pasó a la historia, avivate de una vez.
Bienvenid@s a otro episodio.
Bienvenida y bienvenido a marketing para gente como uno.
Soy Carlos Malfatti, Consultor de Marketing y nos encontramos otra vez para hablar de Marketing, Emprendimiento, Redes Sociales, Contenidos, Publicidad y todo lo que tenés que saber para llegar a más personas, captar más clientes y vender más en internet.
Hoy es lunes 31 de agosto de 2020, estamos en el episodio 483 y te voy a contar algo que me ocurrió hace no mucho.
Alguien, una persona de mi conocimiento, un amigo, resulta que no se comunicaba así a un montón de tiempo y no es que yo se lo eche en cara porque yo soy igual. Yo soy re colgado, yo te mando un mensaje cada tanto y si no te mando, igual te quiero, pero bueno, soy así.
Es más, mirá si seré colgado que una vez, y esto lo cuento siempre, cuando dejé de trabajar en Telefónica, quedamos con un amigo con Sebastián, le digo, che, tenemos que ir a tomar la cerveza. Dale, dale, dale. Pasaron 10 años hasta que fuimos a tomar la cerveza. Te darás cuenta de que bueno, igual, yo he cambiado mucho de esa época esta parte, pero más o menos algunas cosas las mantengo.
Entonces, digo, yo no sabía estar permanentemente encima de mis amigos. Hola, ¿qué hacés? ¿cómo andás? ¿qué contás? Porque ellos tampoco están permanentemente. Pero bueno, el hecho es que este muchacho en cuestión hacía mucho que no se comunicaba y plun. Y de repente, bueno, esa primera, plá, plá, plá, plá, plá, empezó a explotar mi WhatsApp, mi teléfono. Yo digo, se muere, le agarró un síncope, un paro de procesador. No, ¿qué era? Este buen señor, amigo, me estaba enviando unos flyers, unos diseñitos. Está vendiendo un producto, un producto alimenticio. La cuestión es que me estaba diciendo, ah, mira, tengo esto en promoción, así que no sé cuánto. Sin si quiere decir hola, sin si quiere decir che, loco, ¿qué hace tanto tiempo? ¿Sabés qué? Estoy en esto, ¿te interesa? Mira, te mando, plá, plá, plá, plá, plá, plá. Nada.
De buenas a primeras, un día cualquiera, de forma inesperada y de forma sorpresiva, me invaden el teléfono con plá, plá, plá, plá, plá. Obviamente, así como entraron, así las borré. Y no hubo nada de che, loco, nada. No es la manera, creo que no es la manera. Y yo en estas cosas soy, quizá dirá, bueno, qué tipo quisquilloso. Bueno, pero soy quisquilloso porque también ando en esto.
Es como el odontólogo, el dentista. El tipo te saluda y te mira los dientes, y claro, está todo el día mirando dientes, él te mira cómo tener los dientes. Bueno, yo miro cómo hacés el marketing, yo miro cómo son tus redes sociales y yo miro cómo es tu página web. Está bien, quizás no sea sano, quizás deba consultar a un especialista, pero es lo que hago.
La cuestión es que pasaron unos días y otra vez, plá, plá, plá, plá. Pero esta vez, por lo visto, se dio cuenta de que yo otra vez no le digo ni ya, entonces se comunicó. Y digo, loco, ¿qué hacés? No mandes así. Bueno, sí, disculpame lo que pasa, que ahora estoy haciendo esto, estoy haciéndolo de más allá y estamos vendiendo esto. Le digo, sí, bueno, la cuestión es que me preguntó, porque él sabe que yo estoy en esto, yo decía, che, ¿cómo habría que hacer? ¿Qué idea? No te digo que me haga un plan, pero más o menos que… Y le digo, mirá, primero y principal no hagas lo que hiciste. Primero y principal, bueno, podés mandarle a la gente sin autorización, sin saber si le interesa o si no le interesa, una tonelada de mensajes con gráfica, plá, plá, plá, plá. No es la manera. Bueno, sí, lo que pasa. Le digo, pero no lo hagas así. Por empezar, a mí me conocés, o sea, que lo mínimo que tendrías que haber hecho.
Che, loco, ¿qué hacés? Mirá, estoy en esto, toma. Y si la gente es desconocida, con más razón. Hola, mirá, tengo tu… ¿Te interesa recibir? Ah, sí, genial. Bueno, la cuestión que hablamos, no sé qué, le compré. Pasó la semana, el sábado o el domingo, creo, no el sábado, el sábado me traen el pedido. Atención, en la semana hablamos. Le di ciertos tips, entre comillas, para que no profundice sus malas prácticas. El sábado me entrega el pedido. Domingo, 9 de la noche, yo soy una persona que se despierta a las tres y media, cuatro, cinco de la mañana. Me acuesto tempranito y me levanto tempranito para tratar de que el día me rinda. Todavía no lo he conseguido, pero voy camino a ello. 9 de la noche, domingo. El domingo es sagrado, vayas a la iglesia o no, creas en Dios o no. El domingo, por lo menos para mí, es sagrado. Plá, plá, plá, plá. 9 de la noche, el domingo, yo ya estaba acostado. No sé qué le contesté así, medio con los tapones de punta. Mutis por el foro, silencio estampa, como dirían. Bueno, pasa. Miércoles, también, 9 de la noche. Plá, plá, dios, no, para un poquito. La cuestión es que el señor terminó siendo bloqueado. Un amigo de hace como 20 años, pero no es la forma. Está bien, voy a ver qué extremista bloquea un tipo que hace 20 años que conoce porque le mandó una publicidad. No, una no, me mandó como 50, pero bueno, importa. Igual tiene otras formas de comunicarse conmigo. No es que lo aislé. Tiene redes sociales. Tiene mi otro teléfono que en ese sí puede molestar porque total lo apago. Pero qué voy con toda esta anécdota.
Es fenomenal WhatsApp. Es fenomenal. Fenomenal porque te estás metiendo en el bolsillo de tu posible cliente. Te estás metiendo en su intimidad. Pero eso no te habilita a molestar. Al contrario, eso tendría que servir para que lo hicieras de manera inteligente.
Las ventas en el siglo 19 y el siglo 20, más en el siglo 20, pues yo en el 19 no tengo mucha noticia. Era esto, era ser intrusivo, era invadir. Era toda la familia en un sillón a las ocho de la noche mirando la caja boba. La serie favorita, el programa, todos así emocionados. Un aviso. Hola, compra esto, compra aquello, comprálo de más allá. Y te lo tenías que fumar porque había dos canales, no había otra cosa, no existía el cable, no existía internet, no existía nada. Era eso. Y bueno, y en cierto modo recibías esas series gracias a la publicidad porque no tenías que pagar nada. Compartías el televisor pero lo demás era gratis. Bueno, listo, está bien. Eran las reglas del juego. Era lo que había. Entonces vos te tenías que fumar sí o sí un aviso de pañales, de detergentes, de seguros para auto, de lavar en coches, de chocolates, de lo que sea. Para todo lo mismo, el mismo aviso, sin segmentar y si te gusta bien y si no, otra cosa. Bárbaro. Pero ahora estamos, quizás alguien nos haya dado cuenta, en el siglo 21.
Una de las cosas que pueden llegar a ser el estándar de la bandera, lo más significativo de este momento actual, se llama segmentación y también se llama conexión y también se llama entender que vos tenés una enorme masa de posibles clientes pero que todos son distintos. Yo soy quisquilloso, a mí estas cosas no me gustan y bueno, te habrás dado cuenta con lo que dije. Habrá gente que sí, ojo, yo conozco gente que le encanta, le encanta recibir esta promoción y la comparte con la suegra, con la nuera, con el hijo, con ese que. Mirá, me llegó media docena de empanadas, 500 pesos, te lo mando. Hay gente que le encanta.
Bueno, yo no soy de esos y no digo que sea mejor que esa gente. Simplemente soy distinto. Pero vos, como vendedor, tenés que tener en cuenta que la gente es distinta. Entonces, no vale meter en tu WhatsApp 500 personas y a todas mandarles lo mismo a la misma hora, sin preguntar, sin que te importe nada. ¿Por qué? Porque perdés más de lo que ganás.
WhatsApp te permite estar en el bolsillo de tu posible cliente, conocerlo. En la historia de la humanidad, nunca pudimos llegar al cliente al punto de poder mandarle un mensaje tuyo, un vídeo o hablar cara a cara. Por Dios, hay que aprovecharlo bien. Hay que aprovecharlo bien. No podés fastidiar a la gente.
Entonces, volviendo a la cordura, si utilizás WhatsApp, Messenger o redes sociales, no podés molestar a la gente. No puede ser que tu interés en vender esté por encima del propio interés de la persona que está buscando una solución a un problema o un producto para satisfacer una necesidad. Al contrario, debe imponerse. En este caso, la necesidad o lo que le interesa de eso se trata del marketing de hoy.
Hay alguien que tiene un problema y nosotros le aportamos una solución. Pero aportar una solución no es molestarlo, no es invadirlo, no es entrar sin permiso, no es mandar cosas sin que te hayan pedido que se las mandes. Al contrario, es conversar. Hola, qué tal, mirá, ofrezco esto, te interesa.
Alguien te dice: «ah, pero si le pregunto no lo va a querer». Y bueno, pero si no lo quieren, no se lo mandes. Dios mío, no es no, se entiende. Es como no es no. «Ah, pero si le preguntaba no me dejaba». Bueno, no es no, viejo. Esto es lo mismo, salvando la distancia. Por lo otro, la gravedad del caso no se puede comparar con esto. Pero digo, algún día, bueno, me va a pedir culpa que permiso. No, no, no. En marketing no.
En marketing, tenés primero que entender cómo es la persona, entender las personas y actuar en consecuencia, ofrecerle valor, ofrecerle además un trato preferencial. No podés meter 500 en la misma lista y mandar a todos los mismos. El que lo recibe se siente un número. Yo me siento un número. Una persona que conozco hace más de 10 años me mete en una lista con 300 tipos más y ni siquiera me saludó antes. Te sentís un número y sabés que hoy estamos en el siglo XXI, la gente ya se cansó de ser un número. Hoy nos cansamos de ser números. Queremos ser personas que nos traten como personas y que tengan en cuenta nuestra forma de ser, nuestra forma de pensar, nuestra forma de comprar, nuestra forma de… Lo demás ya no está.
Por eso, no utilices WhatsApp como si estuvieras en 1980. No. Sí, vas a poder vender. Pero tarde o temprano, va a ser un boomerang que te va a venir en contra. En fin, hacé lo que quieras. Yo te avisé.
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