1742 Mudate a la cabeza de tu cliente si querés vender más.
Hoy es martes 15 de abril de 2025, episodio 1742, y vamos a hablar de una idea clave para vender más y conectar con tu audiencia: meterte en su cabeza. Si alguna vez te preguntaste por qué algunos contenidos pegan y otros no, este episodio te interesa. Te voy a contar cuál es el verdadero secreto detrás del contenido que genera ventas, empatía y seguidores fieles.
Bienvenid@s a otro episodio.
Bienvenida y bienvenido a marketing para gente como uno.
Soy Carlos Malfatti, Consultor de Marketing y nos encontramos otra vez para hablar de Marketing, Emprendimiento, Redes Sociales, Contenidos, Publicidad y todo lo que tenés que saber para llegar a más personas, captar más clientes y vender más en internet.
Mudarte a la cabeza de tu cliente para vender más.
Hola, ¿cómo va? Hoy te quiero hablar de algo que cambia el juego. No se trata, si querés vender, de decir cosas nuevas, ni de querer meterle cosas en la cabeza a tus potenciales clientes.
Lo que vos tenés que hacer es decir lo que tu cliente está pensando, meterte en su conversación mental. Si querés saber cómo mudarte a la cabeza de tu cliente para vender más, quedate que ya te lo cuento.
Refundación del negocio y uso de inteligencia artificial.
Mirá, te cuento, el otro día estaba hablando con ChatGPT porque estoy haciendo toda una refundación, reformulación de mi negocio. De hecho, me estoy haciendo una autoconsultoría. Estoy volcando cantidad de datos.
Mirá, para decirte o para contarte que te des una idea de la dimensión, la parte en la que hablo de mi negocio son 46 carillas en Google Docs. ¿Por qué? Porque todo esto se lo voy a volcar a Gemini. No a Gemini, a Notebook, o sea, Notebook LM, que es una inteligencia artificial. En realidad es una herramienta que utiliza inteligencia artificial porque quiero que me conozca como si fuera mi mejor amigo.
¿Para qué? Para que todo el proceso de lo que es mi negocio, de lo que voy a vender, de la creación de mis contenidos, poder aterrizarlo, poder simplificarlo, poder automatizar.
El caso del “¿me entendés, mens?” y la conexión con el público.
Entonces, charlando con ChatGPT, estábamos viendo distintas cosas y yo le comentaba que había un tipo que tiene muchísimo éxito en TikTok, un tipo que debe tener casi 70 años, capaz que hasta habrás visto un video, porque lo siguen casi un millón de personas.
Es un tipo que habla mirando a cámara así nomás, vestidito con ropa normal y que suele cerrar diciendo, ¿me entendés, mens? Es un tipo que habla de las relaciones, del amor, de la pareja. Ejemplo, si amás a alguien, déjalo libre, porque si te ama, volverá. ¿Me entendés, mens?
O sea, por un lado, vos lo mirás y decís, ¡qué pelotudez atómica! No puedo creer que a este tipo, que dice estas boludeces, que las sabe todo el mundo, los sigan un millón de personas y que tenga sponsors.
La magia de decir lo que la gente ya piensa.
Y la verdad es que eso tiene una explicación. Este hombre crea videos no hablando de lo que él considera o de su punto de vista o viene a inventar la rueda. El tipo sabe con exactitud, no sé si le salió de manera estratégica o de puro culo, no lo sé, pero el tipo entiende que estas bobadas que comparte, la gente las piensa.
Y cuando alguien lo piensa y vos lo decís y se identifica, ¡clin! Ya está, se produjo la magia.
Por eso a este tipo lo siguen prácticamente un millón de personas, haciendo videos cortitos de 15 segundos, de 30 segundos, menos de un minuto, con este tipo de frases. Simplonas, lugares comunes, cosas que todos hemos dicho alguna vez o que lo hemos pensado o que alguien nos lo dijo.
Bueno, justamente de eso se trata. Queriendo o sin querer, ¿qué logró esta persona? Este de ¿me entendés, mens? Lo que logró el tipo es meterse en la conversación mental que tienen las personas que lo ven, sus potenciales consumidores de contenido o, de hecho, sus consumidores de contenido.
Que seguramente ha de ser gente cercana en la edad. Imagino que irán desde los cuarenta y tantos y superarán la barrera de los sesenta y pico, setenta.
El contenido que genera identificación nunca pasa desapercibido.
La gracia o por qué funciona esto es porque, en definitiva, no te está diciendo nada nuevo. Te dice algo para que vos lo puedas expresar o no. O sea, mejor dicho, lo expreses y digas, ¡pucha, tiene razón! ¿Por qué es lo que pienso yo?
Y aquí pueden ocurrir dos cosas. O podés estar de acuerdo o podés estar en desacuerdo. La gracia es que de ninguna manera va a pasar desapercibido.
Validar lo que tu cliente ya piensa.
Cuando vos decís algo que resuena en la cabeza de tus potenciales clientes, vienen a confirmar que efectivamente están en lo correcto. Estás validando aquello que ya piensan. Ese es un camino formidable para conectar con las personas.
¡Ey! Todos los políticos son chorros. Los sindicalistas son todos ricos y viven a costa de trabajadores pobres. Y vas a tener conexión con millones de personas. ¿Por qué? Porque ya lo piensan. No venís acá a traer la buena nueva. Esa frase ya está instalada en la cabeza de la gente. Por eso, lo de mudarte a la cabeza de tus clientes.
O decir lo opuesto… pero con convicción.
Y si no, podés elegir el otro camino: decir lo opuesto con tanta claridad y convicción, que o bien los obligás a pensar, decir, ¡pucha, este no tendrá razón! ¿No estaré equivocado? O también tal vez digan, ¡no! Este, mirá lo que dice, la verdad. ¿De dónde sacaste eso?
Y probablemente hasta te vayan a dejar un comentario. ¡Eh! ¿De dónde sacaste eso? ¿Estás en pedo? No sé qué. O sea, lo que no se puede pasar es desapercibido en este mundo en el que es tan importante la atención.
Metete en la cabeza de tu cliente para vender más.
Por eso, para vender más, independientemente de tener un buen producto, de una buena estrategia de marketing, de tener un objetivo comercial, de poder medir los resultados, de poder establecer, como te decía, una estrategia, un plan de acción, es fundamental a la hora de elaborar tu comunicación, tus contenidos, tu publicidad, meterte en los zapatitos o en la cabeza de tu cliente, mudarte a la cabeza de tu cliente.
Viajes de egresados y conversaciones mentales.
Mirá, allá por 1989, más o menos, 90, en la época en la que los pedos se tiraban con onda, quién te habla, coordinaba viajes de egresados a Bariloche. Si vos no sos de Argentina, acá hay un lugar muy bonito en el sur de la Argentina, donde hay montañas, hay nieve, y es legendario, y es una cosa ya, te diría hasta, cultural, que los egresados de las escuelas secundarias, y en algunos casos también de algunas primarias, vayan en su viaje de fin de año, cuando se están por recibir, que terminan en quinto año, todos a Bariloche en el micro, ahí cantando, no sé qué.
Bueno, ahora no, no pueden tomar alcohol. En mi época ya tomábamos hasta el gasoil del colectivo. Hacía cinco cuadras y tenía que cargar porque nos habíamos chupado hasta el gasoil. Bueno, ahora no, hay algunos controles, igual se las mandan bastante, pero bueno, el hecho es que nosotros vendíamos viajes.
Y la tarea de aquellos que por esos tiempos éramos carilindos, era ir a los colegios a hablar con las niñas principalmente, y también con los niños que influenciaban, para lograr venderles el viaje. Y una de las cosas clave era que lográsemos hacer una reunión de padres.
La importancia de la reunión de padres.
¿Por qué es importante o por qué era importante? Por ese entonces, imagino que ahora también, la reunión de padres. Sencillo: porque mamá y papá, quienes por primera vez iban a ver partir, en muchos casos, a su niña o a su niño, hacia un destino desconocido.
No porque no conocieran la ciudad, sino porque no sabían lo que podía pasar durante diez días, en una época en la que no había internet, no había WhatsApp, no había nada. Había teléfono y tenías que hacer la cola en un locutorio y esperar turno para poder hablar desde Bariloche a tu casa o a la inversa. Tu mamá te llamaba al hotel y era una vez por día y olvídate, porque además era caro.
Conocer la conversación mental de los padres.
Entonces, ¿qué hacía esta gente de la agencia de viajes? La gente tenía bien claro las conversaciones de los papás y de las mamás en la cabeza.
¿Qué si van a comer? ¿Qué si van a pasar frío? ¿Qué si van a ir a las excursiones? ¿Los van a cuidar? ¿O mi hijo se va a caer de la montaña y se va a romper la cabeza? ¿O se va a emborrachar y va a terminar ahogado en el lago? ¿Van a estar cómodos? ¿Van a dormir apilados en una cucheta? ¿Van a comer bien? ¿O le van a dar la sobra de los chanchos?
Bueno, todas esas cosas que yo te las cuento así, medio en forma, si se quiere, irreverente o irrespetuosa, eran las conversaciones mentales de quienes pagaban el viaje, de los padres.
Por eso la reunión. Porque la reunión no era para hablar, que también se hacía, de la comodidad del hotel, de si tenía una estrella, tres estrellas o cinco estrellas, de cómo eran los micros. Eso obviamente que sí, se lo contaban.
Pero ¿cuál era el objetivo de contar eso? El objetivo de contar eso era calmar esas mentes inquietas, preocupadas con una conversación mental que giraba en torno, entre otras cosas, a la seguridad de estos egresados que iban a ir en su viaje.
Entender la conversación mental de tu cliente.
Entonces, de eso se trata. Cuando yo te digo, mudate a la cabeza de tu potencial cliente, va más allá de un tema de turismo. No importa que seas psicólogo, que vendas coaching, que vendas consultoría, incluso aunque tengas una carnicería, podés, a partir de conversar con tus clientes, también a partir de estudiar, también de darle bola a estos temas como el que te traigo hoy, hacer un esfuerzo para dilucidar a ver en qué piensa tu cliente.
El tipo va a hacer un asado y vos tenés una carnicería y probablemente vos digas, bueno, el tipo piensa en el precio, si le dejo el asado más barato me lo compra a mí. Puede ser, pero tal vez no sea ese su problema. Tal vez la conversación mental que tiene en su cabeza es, che, ¿este asado va a salir rico o va a ser suela de zapato?
Porque por más barato que sea, si invito gente, y además si invito gente importante, o invito a ese cuñado que gana más que yo y que siempre invita a él, le llego a servir un asado malo, me va a criticar toda la vida. Este tipo de cosas son las que venden o las que no venden.
Conectar desde lo humano y cotidiano.
Las personas conectamos con personas, las personas le vendemos a personas. Seguimos siendo bastante parecidos a esos bicharracos que vivían en las cavernas. Aunque utilicemos celular, hablemos por WhatsApp o miremos Netflix.
Entonces, sin importar lo que vos vendas, metete en la cabeza de tu potencial cliente. ¿Que vendés tortas? ¿Qué busca o qué piensa la mamá cuando va a festejar el cumpleaños de sus niños? ¿Alguien se va de viaje a Brasil? ¿Qué está pensando si se va de viaje a Brasil? ¿Será seguro? ¿Chocará el micro en la ruta? ¿Me agarraré un pedo histórico y quedaré durmiendo debajo de una palmera y seré violado por un mandril? Todo ese tipo de cosas tenés que pensarlas.
¿Por qué? Porque si vos entendés cuál es esa conversación que tiene la persona que podría comprarte, entrás en su conversación con tus contenidos, con tu publicidad, con el copy, con tu folletería, en una reunión presencial y vas a conectar. La persona va a decir, pucha, mirá, todo en lo que yo pensaba ya lo tienen previsto, ya lo tienen cubierto.
Usar sus palabras y hablar como ellos.
Entonces, esto es esencial. Por eso, escuchá a tu audiencia qué dicen, qué sienten, qué se repiten una y otra vez. Aprendé a leer entre líneas. Muchas veces no lo dicen en voz alta, pero está ahí. Tenés que encontrarlo.
Y además, hablá como ellos. Usá sus palabras. Decilo como lo dirían ellos, no como vos. Porque la clave está en que seas parte de esa conversación. O bien, para acompañarlos y que digan, oh, mirá, coincido, no sé qué, esta gente piensa como yo. O sacudirlos con la idea opuesta. Esto también puede servir.
Obviamente, esto debés utilizarlo para ayudar a las personas. ¿De qué manera? Vendiendo lo que vendés. No para estafar. No para mentir. No para un montón de cosas que también hay gente que lo hace.
Instalate en su cabeza. Y vendé.
Entonces, y en conclusión, si querés que te escuchen, si querés vender, si querés incluso que te sigan, crear una comunidad, que le den bola a tus contenidos, que miren tu publicidad, mudate a la cabeza de tu potencial cliente o de tu cliente.
Instalate ahí. Hablale como si lo conocieras de toda la vida. Tenés que lograr que digan, pucha, esto es lo que yo pensaba, pero no sabía cómo expresarlo. Si llegás a este punto, ganaste.
Así que atentí con esto.
Cierre del episodio.
Amigas y amigos, todo lo bueno llega a su fin y este episodio no es la excepción.
Si te gustó, dejame cinco estrellitas en Spotify y compartilo con alguien a quien también le pueda servir. ¿Querés dejarme un comentario? Adelante. Responderé a la brevedad.
Por lo pronto, no tengo más que decir por hoy, pero sí por mañana, porque mañana nos volvemos a encontrar. Eso sí, antes de irme, acordate. Ponete en acción, porque el tiempo no perdona.
Chau chau y gracias por estar.
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